Procesión funeraria
La procesión funeraria suele representar los ritos funerarios tras la muerte del difunto: la preparación del cuerpo, su traslado a la necrópolis y, en algunos casos, su llegada al Más Allá. Los episodios representados en la procesión son generalmente estandarizados y repetitivos. La narración completa de la procesión, combinando datos de diferentes tumbas, consta de 13 episodios que comienzan cuando el cuerpo del difunto es trasladado desde el lugar en el cual ha sido preparado, continuando con el transporte del cortejo fúnebre por el río y finalizando con el enterramiento del cuerpo.
Registro Medio: la purificación del cuerpo y el traslado en barca
Varios fragmentos de relieve hallados en la excavación del exterior de la tumba y otros en el suelo del pasillo contienen parte de la escena que representa a las plañideras. La escena muestra a un grupo de mujeres sentadas en fila llevándose una de sus manos a la cabeza en señal de lamento. El episodio consiste en la despedida del difunto desde el lugar donde ha sido embalsamado. A continuación, se realizaba el traslado del ataúd en barca a través del río o de un canal. El cuerpo, en un ataúd antropomorfo, según la moda de la época, es transportado en la barca que encabeza la procesión, acompañado de sacerdotes y de dos mujeres que representan a Isis y Neftis, aquellas que cuidaron del cuerpo de Osiris y que actúan también como principales plañideras.
Varios fragmentos de relieve hallados en la excavación del exterior de la tumba y otros en el suelo del pasillo contienen parte de la escena que representa a las plañideras. La escena muestra a un grupo de mujeres sentadas en fila llevándose una de sus manos a la cabeza en señal de lamento. El episodio consiste en la despedida del difunto desde el lugar donde ha sido embalsamado. A continuación, se realizaba el traslado del ataúd en barca a través del río o de un canal. El cuerpo, en un ataúd antropomorfo, según la moda de la época, es transportado en la barca que encabeza la procesión, acompañado de sacerdotes y de dos mujeres que representan a Isis y Neftis, aquellas que cuidaron del cuerpo de Osiris y que actúan también como principales plañideras.
Una vez que las barcas han tomado tierra, el ataúd del difunto es colocado sobre un trineo tirado por bueyes. Ésta será la parte de la procesión funeraria que adquirirá mayor importancia dentro de la iconografía funeraria de las tumbas privadas, sobre todo durante la dinastía XVIII y la época ramésida. En este periodo se observa un amplio desarrollo de la representación del transporte del ataúd y del cortejo fúnebre que le acompaña.
El tekenu da comienzo a la escena del tercer y último registro. Dos hombres arrastran un trineo, sobre el que se representa una figura tapada con una especie de manto que deja ver su rostro. La función del tekenu dentro del ritual funerario hoy es desconocida, y son numerosas las interpretaciones de la misma, algunas vinculadas al sacrificio ritual de animales o de personas. No obstante, no existen testimonios, ni escritos, ni arqueológicos, que lo demuestren. Las últimas hipótesis parecen apuntar a que aquellas partes del cuerpo que no eran depositadas en los vasos canopos durante el embalsamamiento eran guardadas en lo que se llamaba “tekenu”, e incluidas en el equipamiento funerario del difunto junto al resto de las vísceras. Juntos tenían el objetivo de descansar en la necrópolis, quizá cerca de la tumba del difunto, y por ello adquiría un valor importante dentro de la procesión.
El tekenu da comienzo a la escena del tercer y último registro. Dos hombres arrastran un trineo, sobre el que se representa una figura tapada con una especie de manto que deja ver su rostro. La función del tekenu dentro del ritual funerario hoy es desconocida, y son numerosas las interpretaciones de la misma, algunas vinculadas al sacrificio ritual de animales o de personas. No obstante, no existen testimonios, ni escritos, ni arqueológicos, que lo demuestren. Las últimas hipótesis parecen apuntar a que aquellas partes del cuerpo que no eran depositadas en los vasos canopos durante el embalsamamiento eran guardadas en lo que se llamaba “tekenu”, e incluidas en el equipamiento funerario del difunto junto al resto de las vísceras. Juntos tenían el objetivo de descansar en la necrópolis, quizá cerca de la tumba del difunto, y por ello adquiría un valor importante dentro de la procesión.
El arrastre del ataúd hacia la tumba es uno de los temas más repetidos durante un amplio periodo de tiempo y, aunque el esquema es muy parecido en todas las épocas, evolucionan determinados aspectos estilísticos. Desgraciadamente, en la tumba de Hery no se ha conservado la parte de la escena que incluía el ataúd, pero sí el séquito que lo acompaña. Un grupo de hombres tiran de la soga que arrastra el ataúd, mientras otros hombres y mujeres levantan los brazos mostrando su tristeza.
Al frente de la procesión, un par de bueyes ayudan en el arrastre hasta llegar al lugar donde el séquito es recibido por los bailarines muu. Un fragmento del relato de Sinuhé describe el desarrollo de un enterramiento en Egipto en la dinastía XII: “Una procesión ha sido organizada para ti el día de tu entierro. La caja es de oro y la máscara de lapislázuli, el cielo (estará representado) sobre ti cuando estés en una capilla portátil y bueyes llevándote y cantores al frente. La danza muu será realizada a la puerta de tu tumba” (Sinuhé B187-193).
Frieda Ratiu 2º C
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